Mi compromiso es ofrecer a todos mis pacientes atención personalizada con el objetivo de brindar el tratamiento adecuado para el cáncer correcto en el paciente correcto en el momento correcto.
Para lograr este objetivo en el cáncer de próstata, utilizo herramientas modernas de evaluación de riesgos, como los nomogramas; la resonancia magnética multiparamétrica, que evalúa la extensión de la enfermedad; las biopsias repetidas y las pruebas genómicas de tumores altamente sofisticadas. Además, me esfuerzo por brindar el mejor resultado a cada uno de mis pacientes mediante una planificación quirúrgica cuidadosa, una técnica quirúrgica meticulosa y el uso selectivo de la terapia multimodal.
Trabajo en estrecha colaboración con mis colegas en oncología médica y radioterápica para determinar el mejor enfoque para los hombres con cáncer de próstata de alto riesgo que tienen metástasis en los ganglios linfáticos.
En hombres con cáncer de próstata de bajo riesgo, a menudo recomiendo la observación activa (también conocida como espera vigilante) para evitar tratamientos innecesarios y ayudar a los pacientes a disfrutar su calidad de vida al máximo posible.
Realizo aproximadamente de cuatro a seis cirugías de cáncer de próstata por semana y entre 150 y 200 cada año. Soy un experto en prostatectomía radical con preservación de nervios laparoscópica y asistida por robot con disección exhaustiva de los ganglios linfáticos pélvicos. También tengo una amplia experiencia en prostatectomías radicales de rescate laparoscópicas y asistidas por robot para hombres cuyo cáncer ha vuelto a aparecer después de la radioterapia inicial.
Para el tratamiento contra el cáncer de riñón, y en colaboración con mis pacientes, utilizo una estrategia de riesgo-beneficio con base en la imagenología de última generación, modelos predictivos y, cuando corresponde, datos de biopsia con aguja para determinar el manejo óptimo de la enfermedad. Las opciones de tratamiento que consideramos incluyen observación activa; terapias ablativas en las que se utiliza frío o calor extremos para destruir un tumor; nefrectomía parcial, lo que significa que solo se extirpa la parte del riñón con cáncer, dejando la mayor cantidad de riñón sano posible; o nefrectomía radical, en la que se extirpa todo el riñón.
La nefrectomía parcial de invasión mínima representa cerca del 90 por ciento de las cirugías de riñón que realizo. Para llevar a cabo estas cirugías con éxito, he desarrollado con mis colegas de MSK una novedosa herramienta de evaluación de riesgos anatómicos para ayudar a informar a los pacientes sobre la complejidad del procedimiento y proporcionar a los cirujanos una hoja de ruta para la operación real.
El objetivo de mi investigación clínica es mejorar la calidad quirúrgica e introducir nuevas técnicas para mejorar tanto el rendimiento como los resultados de la cirugía. Desde una perspectiva de investigación traslacional, he estado trabajando activamente con mis colegas del Servicio de Medicina Nuclear de MSK y en nuestro Centro de Nanotecnología para desarrollar nuevos trazadores de imagenología molecular que puedan visualizar y distinguir las células cancerosas de las células normales. Este es un importante paso adelante para permitir a los cirujanos ver depósitos microscópicos de células cancerosas y garantizar su eliminación completa durante la cirugía. Actualmente, estamos realizando dos ensayos clínicos de esta nueva e interesante técnica.
Soy miembro de la Society of Urologic Oncology, la American Urological Association, la European Association of Urology y otras asociaciones nacionales e internacionales. Enseño cirugía laparoscópica y robótica avanzada a miembros de la European Association of Urology y la American Association of Urology. Además, formo parte del consejo editorial y soy revisor de varias revistas de urología y cáncer revisadas por pares, y doy conferencias a nivel internacional sobre el papel de la cirugía de invasión mínima en el tratamiento de los cánceres de próstata y riñón.
