La comida como medicina: cómo MSK está ayudando a pacientes latinos con cáncer a alimentarse bien

Español
Compartir
frutas y verduras

Los pacientes latinos con cáncer de mama que carecen de seguridad alimentaria reciben comidas saludables e ideas de cocina como parte de un ensayo clínico en Memorial Sloan Kettering Cancer Center.

Se sabe que una dieta saludable ayuda a prevenir el cáncer. Pero una dieta saludable también es fundamental después de diagnosticar a los pacientes. Los tratamientos contra el cáncer pueden quitar el apetito a los pacientes. Sin embargo, deben alimentarse bien para estar lo suficientemente fuertes para soportar el tratamiento.

Ese fue el desafío de Lidia Rodriguez, de 51 años de edad, a quien en marzo se le diagnosticó cáncer de mama en estadio 2. Se sometió a cirugía y radiación cerca de su hogar en el Bronx, en el Lincoln Hospital. Ahora toma Tamoxifen, un medicamento utilizado para tratar el cáncer de mama y prevenir su recurrencia.

A pesar de seguir teniendo dolor en la mama, hoy por hoy se siente bien. Y por medio de una asociación conjunta entre Memorial Sloan Kettering Cancer Center y Lincoln Hospital, ha adquirido nuevos hábitos alimentarios saludables que la ayudarán aún más en su recuperación.

Cómo satisfacer una necesidad

lidia rodriguez

Lidia Rodriguez

La falta de seguridad alimentaria puede dificultar el logro de una alimentación saludable. Más del 56 % de los pacientes con cáncer encuestados por MSK en la ciudad de Nueva York expresa que no tienen acceso constante a los alimentos, según Francesca Gany, jefa fundadora del Servicio de Disparidades de Cáncer y Salud de los Inmigrantes (Immigrant Health and Cancer Disparities Service) de MSK. Ella ofrece a los pacientes de pocos recursos la posibilidad de acceder a la atención médica.

Lidia forma parte de un ensayo clínico en curso dirigido por la Dra. Gany que determinará cómo lograr que pacientes que no tienen seguridad alimentaria accedan a comida nutritiva. Para el estudio, la Dra. Gany y su equipo crearon pautas de alimentación saludable para pacientes con cáncer de mama hispanohablantes. Están compartiendo los materiales con pacientes como Lidia en hospitales locales de comunidades de pocos recursos, incluidos Lincoln, Montefiore Medical Center, y St. Barnabas Hospital en el Bronx.

Gran parte del material existente no está pensado para pacientes como Lidia, cuyo idioma materno es el español. Un requisito importante de los nuevos materiales es que representen los matices culturales.

“Tuvimos grupos de enfoque donde se veían representados todos los países hispanohablantes y regiones dentro de esos países”, comenta la Dra. Gany.

Las comidas también se adaptaron a las audiencias. La Dra. Gany explicó que era fundamental incluir platos que fueran importantes para las distintas culturas de América Latina.

Programa MSK FOOD

Si deseas obtener más información sobre el programa MSK FOOD, llama al 646-888-8046.

“En verdad queríamos asegurarnos de que las comidas que mostramos resonaran con los diferentes grupos”, agrega la Dra. Gany.

Se seleccionaron pacientes con cáncer de mama porque se trata del tipo de cáncer más frecuente. No obstante, la Dra. Gany recientemente obtuvo la autorización para ampliar el estudio para que incluya a mujeres con otros tipos de cáncer ginecológico.

¿Qué estás preparando?

Crear y compartir las guías alimenticias es una parte del ensayo. Poner en práctica la información es otra. Cada semana, los participantes del estudio reciben productos alimenticios y usan sus nuevos conocimientos en la preparación de comidas saludables. También se reúnen con Angelica Alvarado, la coordinadora clínica del programa. Ella es bilingüe y se reúne con los pacientes para realizar consultas individuales de asesoramiento nutricional.

“Hablamos sobre el consumo de sal, granos integrales, etiquetas nutricionales y qué comer para lidiar con los efectos secundarios del cáncer como las náuseas o la hinchazón”, expresa la Sra. Alvarado. “También les enseñamos a comprar productos que duran más tiempo y no cuestan tanto, como frijoles y salmón enlatado”.

Los participantes ven un beneficio no solo en su salud, sino también en su economía.

“A veces, realizar un tratamiento contra el cáncer puede afectar la capacidad de trabajar, lo cual es muy común. Con la pandemia, el trabajo se ha vuelto menos viable para muchos de nuestros pacientes”, comenta la Sra. Alvarado. “Queremos apoyarlos”.

Lidia aprecia ese apoyo, ya que no puede trabajar y ya no recibe el seguro por desempleo. A través del estudio, puede recibir los productos saludables que ahora forman parte de su cuidado después de su tratamiento.

Recipes for People with Cancer
Search for recipes according to diet type or symptom.

No ha tenido problemas para incorporar nuevos hábitos. Cambió las frutas y verduras enlatadas por frescas, usa aceite de aguacate para cocinar y condimenta su comida con ajo y pimienta en lugar de usar sal. Ha seguido los consejos de la Sra. Alvarado y adora hacer jugos, avena, huevos y guisos de lentejas. También evita los alimentos fritos.

Ha perdido 15 libras (casi 7 kilos) y, si bien comenta que una parte podría deberse a los efectos secundarios del cáncer, opina que el programa definitivamente tuvo algo que ver.

“Tenía un poco de sobrepeso y colesterol alto, pero he perdido peso y he logrado reducir el colesterol”, expresa. “Estoy muy agradecida por el programa. Me ha ayudado bastante y seguiré alimentándome de este modo incluso una vez que termine”.

La respuesta de los pacientes ha sido “extremadamente positiva”, afirma la Dra. Gany. “Muchos incluso nos cuentan que se trata de la primera vez que reciben información nutricional en sus tratamientos contra el cáncer”.

Perspectivas futuras

Como parte del estudio, la Dra. Gany y su equipo también están aprendiendo cómo lograr que los productos alimenticios lleguen a manos de los pacientes. ¿Será pidiéndoles que busquen los alimentos en la despensa de alimentos de MSK? ¿Enviándoles los alimentos a sus hogares? ¿O entregándoles cupones que puedan canjear en el supermercado? La inscripción de los pacientes en el programa dura seis meses, por lo que el equipo aún tiene bastante tiempo para determinar qué funciona mejor.

La Sra. Alvarado cuenta que puede ser difícil cambiar los hábitos alimentarios, pero que, por medio del programa, lo ha visto ocurrir.

“Algunos hábitos están muy arraigados”, comenta. “Me hace muy feliz ver cuando los pacientes prueban algo nuevo y en verdad les gusta”.